Read without ads and support Scribd by becoming a Scribd Premium Reader.
 
 
 
 Ignacio Agustí La ceniza fue árbol El viudo Rius
1 
IGNACIO AGUSTÍ
 NOVELAS, I
 Los surcos.
La ceniza fue árbol:
Mariona Rebull   El viudo Rius
*
 
Edición de Sergi Doria
FUNDACIÓN JOSÉ ANTONIO CASTRO NOVELAS
IGNACIO AGUSTÍ
 Edición y prólogo de Sergi Doria
Vol. I
 Los surcos.
Pentalogía «La ceniza fue árbol»
Mariona Rebull  El viudo Rius
Vol. II Pentalogía «La ceniza fue árbol»
 Desiderio
Vol. III Pentalogía «La ceniza fue árbol»19
de julio
Vol. IV Pentalogía «La ceniza fue árbol»
Guerra Civil 
*
En la edición digital los títulos se editarán por separado [N. del E.]
 
 Ignacio Agustí La ceniza fue árbol El viudo Rius
2 
BIBLIOTECA CASTRO
 Ediciones de la
F U N D A C I Ó N
JOSÉ ANTONIO DE CASTRO
 Presidente
JUAN MANUEL URGOITI
Vicepresidente
 TOMÁS MARÍA TORRES CÁMARA
Vocal-Secretario
SANTIAGO RODRÍGUEZ BALLESTER 
BIBLIOTECA CASTRO
 Dirección
SANTIAGO RODRÍGUEZ BALLESTER 
 Director Literario
DARÍO VILLANUEVA(de la Real Academia Española)
Queda prohibida cualquier forma de reproducción total o parcial de la presente obra sin la autorizaciónexpresa y escrita de la Fundación José Antonio de Castro, titular del «copyright»,, extendiéndose la prohibición al tratamiento informatizado de su contenido y a la transmisión del mismo, en todo o en parte,y para cualquier fin y por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, fotocopiado o por otros sistemasde reproducción de textos, fotografías o grabados.© obra: Herederos de Ignacio Agustí© edición: FUNDACIÓN JOSÉ ANTONIO DE CASTROAlcalá, 109 - Madrid 28009www.fundcastro.org ISBN: 978-84-96452-42-8 (Obra completa)ISBN: 978-84-96452-43-5 (Tomo 1) DEPÓSITO LEGAL:M-50.077-2007
You're Reading a Free Preview
Pages 4 to 14 are not shown in this preview.
 
 Ignacio Agustí La ceniza fue árbol El viudo Rius
14«fríamente, casi esculpida sobre mármoles de papel. Era preciso atravesar el estilo conciso, la patética frialdad de la esquela, todos esos detalles escritos con letra muerta y rodeados de espacios —y tiempos— blancos, y luego penetrar en el recinto de su letra leyendo entre líneas recuerdos ehistoria». En aquellos días burgaleses vierte en sus artículos la necesidad de reedificar la memoriadevelada. Evocar a la Pàmies supone revivir la Barcelona de finales del XIX, los ballets de los añosveinte, las esplendorosas noches burguesas del Liceo. En otro artículo, «Soberanía del mar», elMediterráneo inunda las piedras castellanas; en «Niños, estatuas, elefantes» se escucha el proustiano rumor «de las ruedas del landó discurriendo sobre el asfalto del paseo del parque» en1918, cuando el autor tenía 5 años. Materiales donde creció el árbol que la guerra convirtió enceniza y que la imaginación de un escritor vivificó.Alma y nervio de
 Destino,
Agustí se desplaza cada semana a Valladolid en una camioneta paraconfeccionar el número siguiente; destinado al frente de Teruel, recibirá la noticia de que su madrey hermanas habían llegado a San Sebastián. Según un decreto, si su madre lo reclamaba, al ser elhijo menor y sus dos hermanos estar incorporados a filas —Juan, cirujano en el frente de Madrid yManuel, teniente médico en una bandera de la Legión—, podía licenciarse y reunirse con su familia.De vuelta a Burgos, Agustí retomó la redacción de
 Destino.
Instalado con su madre y los suyos enun piso conoció a Vergés, recién llegado a la capital burgalesa y portador de una carta derecomendación de Grau Sala. Alférez de contabilidad en el cuartel de Infantería de San Marcial, elVergés de aquella época «era un muchacho noble, simpático y muy gracioso». Agustí le invitó acolaborar en
 Destino,
que ya se confeccionaba en una imprenta burgalesa; Vergés publicó artículossobre política internacional, a juicio de Agustí, «muy expeditivos y clarividentes, de un estilo bastante elocuente, para un hombre que nunca había tenido la pretensión de escribir».
18
 Animados por Juan Ramón Masoliver, Agustí y Vergés pasaron al Servicio de Propaganda. En elMinisterio del Interior, ubicado en el Espolón de Burgos trabajaron todo el año 1938 con DionisioRidruejo, Pedro Laín Entralgo, Antonio Tovar, Gonzalo Torrente Ballester, Luis Felipe Vivanco,Luis Rosales, Luis Escobar, Manuel Augusto García Viñolas...Cuando entró con los franquistas en Barcelona, 26 de enero de 1939, Agustí pasó a colaborar conMasoliver en el Servicio de Propaganda y fue vocal en la primera junta del Ateneo Barcelonés. EnBarcelona reapareció
 Destino
en mayo del 39; Vergés en la gerencia y Agustí en la dirección periodística. El escritor recuerda las páginas del semanario: un papel moreno «color pan deracionamiento» sufragado por las delegaciones de Falange y de Propaganda. Para garantizarse unafinanciación que adivinaba precaria, Agustí buscó proveedores de papel y labores de fotograbado. Amuchos les conocía de antes de la guerra, pero los retrasos en el convenio le convirtieron enmoroso: en 1940, la deuda de
 Destino
alcanzaba las cien mil pesetas. La situación le llevó a fundar con Vergés una sociedad privada para la edición de la revista, que les permitió renovar el formato ydar a la publicación un tono más informativo y menos propagandístico, con la incorporación deManuel Brunet y Josep Pla. El semanario remontó ventas y se acabó la devolución masiva deejemplares.En 1940, las imprentas de Nagsa, donde se imprimió el semanario
Mirador,
dan a la luz
Un siglode Cataluña.
Editado por Destino en la colección Áncora y Delfín, el libro reúne artículos publicados en Burgos durante la guerra, anotaciones sobre la situación política entre 1937 y 1938,dos narraciones, ensayos literarios —como el dedicado a la novela
 Rosa Kruger 
de SánchezMazas—, crónicas de San Sebastián, evocaciones del frente, cartas a un camarada y el capítulo queda título al libro,
Un siglo de Cataluña
que viene a completar el texto de apertura,
 Historia sen-timental de una ciudad.
Ambos resultan de vital importancia para comprender el marco histórico, lavoluntad de estilo y el trasfondo ideológico que impelió a Agustí a escribir 
 La ceniza fue árbol.
Frente a la actualidad de los artículos de guerra, con sus evocaciones barcelonesas se propone«desentrañar, apunte tras apunte, la posición exacta de una "nueva generación", salida a la luz, conla guerra, de juventudes liquidadoras en Cataluña del fenómeno romántico y liberal, a la que nos
18
 
12 hombres de letras,
 pág. 42.
 
 Ignacio Agustí La ceniza fue árbol El viudo Rius
15sentimos ilimitadamente vinculados».
19
 En enero de 1941, el escritor se casa con Catín Ballester, con quien tendrá cuatro hijos. Durantela Guerra Mundial, se decanta por los aliados, opción peligrosa que provoca la inquina de losfalangistas exaltados. Los días que pasó en Alemania, con Hitler en su cenit de violencia totalitaria,le llevaron a rechazar el nazismo con una seguridad que mantuvo en los peores momentos delfranquismo germanófilo. Su inequívoca anglofilia, exhibida incluso en la indumentaria con un som- brero bombín en un mar de boinas y uniformes fascistas, sería reconocida por el Gobierno de SuMajestad británica con la
 King Medal.
El 7 de abril de 1942, la situación económica de
 Destino
se consolidaba con la entrada del condede Godó como accionista de la editora Publicaciones y Revistas S. A. De las mil acciones de laempresa, el propietario de
 La Vanguardia
 poseía un centenar, mientras que Agustí y Vergésconservaban 400 cada uno. Poco después, la redacción del semanario se trasladaría a la sede delrotativo barcelonés en la calle Pelayo, 28.Bajo la férula de Agustí, los símbolos falangistas de
 Destino,
como el yugo y las flechas delartículo de portada, fueron perdiendo relevancia. La inquina de los camisas azules por las simpatías británicas del semanario aconsejaba una prudente retirada. En septiembre de 1942, el conde deGodó ofrece a Agustí una corresponsalía en Suiza. El 3 de octubre se traslada con su mujer y su hijorecién nacido. Aquel año publica los
 surcos,
una novela de enfermizo lirismo enmarcada en paisajesrurales.20En Suiza, el periodista estaba seguro de que su camino era la política aunque, casi sin darsecuenta, estaba germinando un novelista. En Gstaad, Agustí se encuentra con el diplomático JulioLópez Oliván, consejero de don Juan de Borbón. En el Grand Hotel de la ciudad balneariaentrevista al Agha Khan, pero su principal objetivo es sumarse a los círculos monárquicos. Tras una primera audiencia en la residencia real de Lausanne, acompaña a don Juan en repetidas ocasiones.El contacto con United Press le lleva a comentar la situación política con don Juan, quien había proclamado en
el Journal de Gèneve
su propósito de servir al país y ser rey de todos los españoles.Al consejo privado
 juanista
concurrían pocas personas. Además de Quiñones de León y el duque deAlba, los miércoles se reunía una tertulia en el ginebrino
Café de Commerce
a la que asistían, entreotros, Agustí, López Oliván y el que fue consejero de la Generalitat de Cataluña Ventura Gassol.Agustí decide redactar un artículo sobre la restauración monárquica para la
Gazette de Lausanne:
tras alguna incidencia en la versión francesa, aparece el 20 de enero de 1944 firmado con elseudónimo de
 Fuenteovejuna.
Agustí ve en la restauración monárquica «la única solución viable para pacificar el país y encaminarlo a un provenir más seguro», al tiempo que excluye por igual elfascismo y a las actitudes políticas de los años republicanos.En Zurich y Ginebra, Agustí tuvo, por primera vez desde la guerra, tiempo para la escritura. En20 de marzo de 1943, sale de ediciones Destino su traducción al castellano de
 Laura a la ciutat dels sants
de Miguel Llor que completa con
 La sonrisa de los santos.
21
 
Optar por el díptico de Llor, unnovelista que alcanzó celebridad al ser galardonado en 1930 con el premio Crexells del AteneoBarcelonés, es una apelación a la memoria literaria catalana anterior a la Guerra Civil y unadeclaración de afinidades sobre los temas y el estilo realista que Agustí adoptará en su novelística.A su vuelta a España, el 4 de marzo de 1944 llevaba consigo, dactilografiados, seiscientos foliosde una novela titulada
 La ceniza fue árbol,
cuya primera parte era
Mariona Rebull.
La segundamitad, titulada
 Desiderio,
no acababa de convencer a su autor que la transformó en lo que sería
 El viudo Rius.
Los miles de ejemplares de
Mariona Rebull 
y su ferviente acogida demostraban que habíalectores para la novela española y la mejor forma para animar a la escritura era la creación de un premio literario. Agustí comentó esa posibilidad a Vergés y Teixidor con el propósito de «despertar a docenas de novelistas dormidos en rincones anónimos del país». Un premio dotado con cinco mil pesetas de la época que suscitara fenómenos como
Mariona Rebull. Los
reparos de Vergés, por la
19
Agustí, Ignacio;
Un siglo de Cataluña.
Destino. Barcelona, 1940, pág. 5.
21
Llor, Miguel;
 Laura.
Traducción de Ignacio Agustí. Destino. Barcelona, 1943.
 
 Ignacio Agustí La ceniza fue árbol El viudo Rius
16cuantía de la dotación, contrastaron con la predisposición de Teixidor, quién propuso que elgalardón llevara el nombre de Eugenio Nadal, colaborador de
 Destino
fallecido un 6 de enero.Agustí redactó las bases de la convocatoria siguiendo el patrón de los premios Crexells y Folgueraque se otorgaban en Cataluña antes del 36. El jurado de la primera edición lo integraban IgnacioAgustí Peypoch, Joan Teixidor Comes, Josep Vergés Matas, Pedro Pruna Ozerans y RafaelVázquez Zamora. El último día de plazo de admisión de originales llegó en un sobre de correourgente un manuscrito del que Agustí leyó las primeras páginas en voz alta a sus compañeros. Elresto fue tan impresionante que al día siguiente ya tenía la novela leída. Se titulaba
 Nada:
«Elmundo que envolvía era inédito. Nadie había hecho una radiografía de los años medio vacíos,medio angustiados, extrañísimos de la posguerra como Carmen Laforet» afirma admirativamente.
22
 El 6 de enero de 1945, los Reyes trajeron un gran regalo a la literatura española envuelto con elmarbete del Nadal. Agustí fue jurado once años, hasta 1956, del galardón que descubrió a RafaelSánchez Ferlosio, Miguel Delibes, Ana María Matute, Luisa Forrellad, Luis Romero, SebastiánJuan Arbó, José María Gironella... El Nadal, recordará Agustí, «no fue ninguna invención. Fuesimplemente una adecuación a nuestra época y a sus circunstancias del espíritu de justa literaria queha constituido una de las tradiciones de este país, desde la restauración de los Juegos Florales hastael conjunto de premios convocados por la Generalitat de Cataluña en tiempos de la República».
23
 El 23 de noviembre de 1946, Agustí comenta en
 Destino
el estreno de la primera obra teatral enlengua catalana después de la Guerra Civil: la representación de
 El prestigi dels morts
de JosepMaria de Sagarra abre una etapa «que ha de ser fecunda y definitiva, del teatro catalán, de nuestroteatro». Aquel mismo año, el gobierno franquista autoriza la publicación de obras literarias encatalán y Agustí encomienda una sección semanal de crítica literaria al profesor Antonio Vilanova,con el título orteguiano de
 La letra y el espíritu.
«La absoluta libertad e independencia» que le brindó la dirección», subraya Vilanova, le permitió difundir a los más importantes escritores enlengua catalana.
24
 Al final de los años cuarenta, Agustí contacta con un joven Fraga Iribarne, decisivo años mástarde en sus proyectos periodísticos y cubre con un histórico reportaje en
 Destino
el regreso deSalvador Dali a Cadaqués, el verano de 1948. Con Álvaro de Laiglesia y el fotógrafo José Comptecompartió ocho días con la familia Dalí y las cámaras del No-Do. El artista retornaba al paisajemineral de Port Lligat y posaba con su padre para la portada de
 Destino.
Entre 1950 y 1953, Agustí pasó a vivir a Madrid. Su ausencia acentuó el protagonismo deVergés al frente de
 Destino.
Desde que repartió octavillas en 1945, de raíces monárquicas familia-res, Agustí se identificó con la generación de don Juan pero comprendió y creyó desde el principioen la solución de don Juan Carlos como demuestra el reportaje con que cubrió la jura de bandera delPríncipe en la Academia Militar de Zaragoza en diciembre de 1955. Las tensiones por el control delsemanario y una crisis psicológica le llevaron a una clínica psiquiátrica donde en 1957 escribió lasseiscientas páginas de
 Desiderio,
tercera entrega del ciclo
 La ceniza fue árbol.
Aquel paréntesis fueel pretexto que Vergés aguardaba para desalojarlo de
 Destino,
decisión que complacía a ciertossectores catalanistas.Finalizaba una etapa y Agustí buscó otras vías de expresión periodística y literaria. Fundó lalibrería Argos, que después sería editorial, colaborará en los semanarios
Gaceta Ilustrada
y
Triunfo
donde mantuvo la página
Cara y cruz,
y dirigirá el diario
Tele/eXprés
donde escribe la sección
Todos los días.
Un encuentro en 1962 con Manuel Fraga Iribarne le acercó a las inquietudes del flamanteMinistro de Información y Turismo y artífice de la Ley de Prensa respecto a la problemática culturalcatalana. Agustí combatió en el bando vencedor, pero siempre fue sensible a una cultura catalanaque la torpeza del Régimen con sus prohibiciones había dejado en bandeja de plata al nacionalismo.
22
 
Ganas de hablar,
 pág. 173.
23
Agustí, Ignacio; «El negocio editorial y los premios literarios» en
Catálogo de la producción editorial barcelonesa.
Biblioteca Central. Barcelona, 1960, pág. 64.
24
Vilanova, Antoni;
 Auge y supervivencia de una cultura prohibida.
Destino. Barcelona, 2005, pág. 8.
You're Reading a Free Preview
Pages 18 to 25 are not shown in this preview.
 
 Ignacio Agustí La ceniza fue árbol El viudo Rius
25que dirigió en 1946 José Luis Saenz de Heredia. Blanca de Silos era Mariona, José María Seoaneencarnaba a Joaquín Rius y Tomás Blanco a Ernesto Villar. La efectividad visual de Agustí fuerefrendada treinta años después con la adaptación televisiva de Felipe Vila–Sanjuán
 La saga de los Rius.
Se trata de la serie de TVE con más reposiciones en —tal vez solo equiparable a
Veranoazul—,
algo que subraya la concepción visual que imprimió Agustí a sus historias y el tonomelodramático con que tiñe la acción, muy adecuado al formato audiovisual. Sobre la potenciavisual de sus novelas que le entroncaba con la imagen, Agustí declaró en una encuesta sobre larelación entre cine y literatura que creía en esa simbiosis pero que el primero era subalterno de lasegunda. Reconocía, no obstante que «ha nacido del cine un modo de ver y de narrar literariamente.El cine ha podado hojarasca retórica y presunción en el arte de escribir... Pero no se puede hablar deun estilo cinematográfico en la literatura».
35
 SERGI DORIA
35
 
 La Estafeta Literaria,
núm. 16, 15—XI-1944, pág. 14.
 
 Ignacio Agustí La ceniza fue árbol El viudo Rius
26 
 NOTA A NUESTRA EDICIÓN 
En la presente edición de
 La ceniza fue árbol 
aparecen modificados algunos arcaísmos que elautor introdujo en sus novelas; no se trata de ninguna sustitución de unos sustantivos por otros, sinode actualizar artículos que hoy constituirían incorrecciones gramaticales. Así, los artículos enfemenino como «una ala», «una ave», «una sobrante» han pasado a su forma masculina ynormativa, siempre que no perjudicaran la voluntad de Ignacio Agustí: connotar en palabrasarcaizantes la recreación del pasado.Tras cotejar las primeras ediciones se han detectado algunas anfibologías derivadas de errores deimprenta, o de una deficiente composición tipográfica que han sido subsanadas restituyendo elorden sintáctico de la frase. También se han unificado algunas expresiones que aparecían endiversas modalidades a lo largo de la obra, como por ejemplo «champán y «champaña» (se haoptado, en este caso, por la primera opción).Finalmente, se han corregido algunos topónimos que en las primeras versiones aparecieron deforma equivocada, de acuerdo con las acotaciones que en su día introdujo el autor.S. D.
 
 Ignacio Agustí La ceniza fue árbol El viudo Rius
27 BIBLIOGRAFÍA NOVELAS
 Los surcos.
La Gacela. Madrid, 1942.
 Los surcos.
 Nauta. Barcelona, 1969.«La ceniza fue árbol»:
Mariona Rebull.
Destino. Barcelona, 1944.
Mariona Rebull. Von de Asche
zum
 Baum.
Humanitas. Zürich, 1946.
Mariona Rebull.
Argos. Barcelona, 1962.
Mariona Rebull.
Vergara, Círculo de lectores, 1962.
Mariona Rebull.
Planeta. Barcelona, 1969.
Mariona Rebull / El viudo Rius.
Planeta. Barcelona, 1969.
Mariona Rebull. La mejores novelas contemporáneas,
Tomo X (1940-1944), selección yestudios de Joaquín Entrambasaguas. Planeta. Barcelona, 1974.
Mariona Rebull.
Colección
 Las mejores novelas del siglo XX .
Prólogo de Luis Racionero.
 El Mundo.
Madrid, 2001.
Mariona Rebull.
Edición de Pablo César Moya. Castalia. Madrid, 2006.
 El viudo Rius.
Destino. Barcelona, 1945.OBRAS EN CATALÁN
 El Velen
Altés. Barcelona, 1932.
 Diagonal.
Altés. Barcelona, 1934.
 L'esfondrada.
Colección
 El nostre teatre,
núm. 16, 15–X-1934.
 Benaventurats els lladres.
Leda. Barcelona, 1935.VARIA
Un siglo de Cataluña.
Destino. Barcelona, 1940.Traducción de Miguel Llor.
 Laura.
Destino. Barcelona, 1943.«Describiendo sin un solo error topográfíco».
 La Estafeta Literaria,
núm. 13, 25–IX-1944, pág.21.Prólogo a
 La huida del tiempo
de José Pla. Destino, 1945.
Cataluña, entre tradición y revolución.
Colección «O crece o muere» dirigida por FlorentinoPérez Embid. Ateneo de Madrid, 1956.«El negocio editorial y los premios literarios». Recogido en Catálogo
de la producción editorial barcelonesa.
Biblioteca Central, 23-1V-1960. pág. 64«Mi novela y su circunstancia», en
 Prosa novelesca actual,
I, Universidad Internacional deMenéndez Pelayo, Santander, págs. 9-27. Recogido en
 El autor enjuicia su obra.
Editora Nacional. Madrid, 1966, págs. 9-21.«Ignacio Agustí cuenta su vida», entrevista de Marino Gómez Santos,
 Pueblo,
de 22 a 28 demayo de 1962. Recogido en
12 hombres de letras.
Editora Nacional. Madrid, 1969, págs. 3-52.«Mano a mano», entrevista de Manuel del Arco,
 La Vanguardia,
15-11-1969, pág. 27
Obras selectas. Los surcos/La ceniza fue árbol. Desiderio / El cubilete del diablo/ Artículos.
Prólogo de José María Pemán e introducción de Federico Sainz de Robles editor. AHR.
You're Reading a Free Preview
Pages 29 to 32 are not shown in this preview.
 
 Ignacio Agustí La ceniza fue árbol El viudo Rius
32sus amigos y entre sus relaciones comerciales, había dejado de asistir al sepelio de Mariona. Porqueel dolor no oscurece la memoria; es solo como un mordisco furioso, sin tregua. Nadie ha sabido lo que él mismo se ocultaba, ni jamás nadie lograría sospecharlo. De tarde entarde, como una obsesión, parece desvelarse un rumor aciago en sus sienes, el eco postrero de unas perlas que saltaran sobre el mármol de unos peldaños. Se levanta —el puño le tiembla entonceslevemente— y piensa con denuedo en números, en cantidades concretas, suma mentalmente cifrasde cinco guarismos; el rumor aciago se desvanece en el acto.La ira de Dios parece haberse desatado esta noche estrepitosamente. El Señor se complugolargamente, los meses anteriores, en ir dorando las hojas de los árboles, en arrancarlas después dedocenas en docenas y hacer que se deslizaran luego hasta los caminales, sobre los que tendieron unaalfombra crujiente. El agua de los cántaros había adquirido una licuosidad aceitosa y sabía a fronday a encinar. Todo el campo había asistido rutinariamente a su transfiguración, aceptada sin ungemido. Las vertientes de los montes, vistas a contraluz, habían perdido transparencia .y los últimosgrillos habían entonado su adiós agudamente, con un ardor agonizante. Son las cinco de la ma-drugada del último día del año y del siglo...
 —Sant Marc, Santa
Creu,
Santa Bárbara, no ens deixeu...
 No se sabe por qué causa, Filomena irrumpía siempre con esa oración, ni de qué recuerdo le brotaba. Su voz, imperceptible en la conversación, se tornaba aguda al musitarla. ¿Sabía, acaso, queesta vez sería la última para ella, que no iba a ver ya más la caída de las hojas, a gustar ya más elsabor de encinar del agua de los pozos?El bramido de los últimos truenos se ha ido disipando y con el último las rodillas de Filomenahacen el doloroso esfuerzo; en tensión, apoyada toda ella en la silla de la cocina, que trasladasiempre de un lado a otro, las articulaciones aciertan nuevamente a ponerla en pie. Curvada,arrastrando los pies, se desliza, silenciosa y ausente, ante la lumbre del hogar, donde con una largacuchara de madera revolverá todo el día en las ollas líquidos que apestan a aceite, sopas pastosas ydifíciles de tragar.Josefina apaga de nuevo, uno por uno, los cirios, soplando sobre ellos con un aliento de mujer  joven. El pequeño Desiderio ha quedado aún allí, muerto de sueño, pero su padre lo conduce de lamano hasta el zaguán. Ahora don Joaquín se calza los chanclos sobre las botas, abrochadas con elcordón hasta cubrirle el tobillo, y se pone el impermeable y la gorra de lluvia. SimultáneamenteJaime, calzados unos zuecos enormes y con un saco en forma de capucha que le cubre hasta lacintura, acaba de sacar de la cuadra a la yegua.
 Revérter 
se ha movido un instante nerviosamente al contacto con la lluvia, pero Jaime no tardaen atizarle en el anca un poderoso puñetazo. Ella queda amansada.
 Revérter 
no era la misma queantes. Raramente piafaba y se encabritaba ya. Los años habían pasado también para ella. Más quelos años, había pasado sobre ella la furia del tartanero, que conocía bien al animal, y a su amo. DonJoaquín contemplaba a
 Revérter 
con una indiferencia fría, casi despectiva, y luego apartaba de pronto la vista del bruto. En suma, Jaime sabía que no recibiría jamás una reprimenda a causa deeso.Jaime hedía a sudor y a vino y don Joaquín no le dirigía jamás la palabra. Los hombros deltartanero parecían haber sido hundidos por la vida y el vicio, en estos años, acentuando la brutalidadde su aspecto. Las palabras, en sus labios, morados y sucios, parecían eructadas.Jaime vivía en una actitud constante de sarcasmo silencioso hacia la vida. Tal actitud no eraatribuible a nada más que a la lentitud de sus procesos reflexivos y a la bastedad de su carácter. Asímaduraba su odio lentamente y no era capaz de aplacarlo; la primera impresión era siempre la queen él prevalecía; pero no conservaba recuerdo alguno de cuanto no fuera capaz de odiar. Los seres aquienes no odiara no lograban atravesar su dura epidermis.Su concupiscencia había naufragado en la mujer del Palluí, un campesino rico y sanguíneo,avaro, pero muy trabajador, risueño y, en el fondo, bueno.. La mujer del Palluí había imbuidotoscamente en la cabeza de Jaime cuatro nociones de lo que es para una mujer un marido a quien no
 
 Ignacio Agustí La ceniza fue árbol El viudo Rius
33se desea. De ahí nació en la imaginación de Jaime el propósito de matar un día a Palluí, y seregocijaba desde hacía años —desde que tuviera con él la pelea junto al entoldado—, en laconsumación ideal de su crimen. En esta maduración empleaba la mayor parte del día.Otro de aquellos a quienes odiaba era al «amo», don Joaquín. Lo odiaba desde la primera vezque lo vio, pero le infundía al propio tiempo cierto respeto, y con relación a él su ira era risueña yatemorizada. Recordaba vagamente la figura de la señorita Mariona, y la del desconocido que, unatarde, le dio para ella en la mina el encargo de que la esperaba allí. Al evocar esta imagen sentía lafruición de estar atentando contra el dueño, de estar haciéndole daño, mucho más del que aquelsentiría si un día le apuñalara por la espalda. Por eso cada vez que Joaquín Rius le miraba cara acara encontraba a Jaime sonriéndole con su boca idiota; pero, sin saber a qué atribuirlo, Jaime seveía impelido a dejar de sonreír y a bajar luego la mirada, eludiendo aquellos ojos de acero.Jaime había empujado, haciéndola retroceder, a la yegua, hasta situarla entre los dos brazos de latartana. Llovía aún bastante, y tardó algunos minutos en tener al vehículo en disposición deemprender la marcha. Entonces don Joaquín salió al zaguán y se dirigió hacia el carruaje con lacabeza curvada, y sosteniendo con la mano en ella la gorra para preservarse en lo posible de lalluvia.Al ver volver lentamente la cabeza a
 Revérter,
y que la tartana empezaba a avanzar entre loscharcos, previos unos trallazos agresivos de Jaime al animal, el pequeño Desiderio sintió unainexplicable sensación de libertad.La tartana alcanzará la colina de los avellanos, salvará, entre baches y blasfemias ininteligiblesdel tartanero, el recodo del Pontazgo, ganará la carretera de Biluya, cruzará el pontón que enlazacon el Coll de la Manya;
 Revérter 
tendrá motivos sobrados para trocar el trote ligero por el paso,cada vez más lento.Al extremo de la cuesta ya se columbra Granollers, entre el telón espeso de la lluvia.
 Revérter 
selanzará entones al galope, gozoso de sentirse libre.Y el viudo Joaquín Rius aguardaba impaciente en la estación el silbido de la locomotora. Sobreel velador de la cantina, en el que desayunará, podrá sacar, sin reparos, los papeles de la anchacartera de cuero que lleva consigo y revisarlos apresuradamente uno por uno; en diez minutos estaráabsolutamente percatado de los asuntos del día, habrá hecho añicos de un golpe el puente amorfo delos días de fiesta, habrá ahogado en realidades, en asuntos concretos, su atroz soledad. Nerviosamente anota con su lápiz de afilada mina breves observaciones al margen de lascuestiones detalladas en el papel. Repasa balances parciales y traza esquemas de las conversacionesque habrá de sostener durante la jornada. Ojea las cuestiones anotadas en una cartulina amarilla,referentes a los obreros, cartulina que le pasa todos los días, antes de cerrar, Arturo Llobet, hijo delcontable. El silbido de la locomotora le llegará desde la lejanía. Introducirá los documentos en lacartera con mano segura, inflexible. Entonces recordará a Desiderio y sentirá su nostalgia de no poder adelantar el tiempo, la angustia de andar a tientas, a solas, el camino de la fábrica, eseaccidentado camino.¡Años, años de olvido furioso, de trabajo constante, aturdidor, enérgico! ¡Años de lucha! Y lamaldita amenaza constante, la inestabilidad, el desorden, la política y las bombas! ¡Dios! ¿Cuándoacabaría? ¡Los impuestos como garra insaciable, para alimentar la ociosidad y la pasión políticas, laineptitud, la codicia de los gobernantes!...De esas reflexiones, de esa melancolía solo le arrancará la llegada del tren a Barcelona. Hundidoen ellas, se sentirá tambalear un instante, y el chirrido de los frenos precederá al tambaleo postrero ycontradictorio que le indicará la realidad del tránsito anterior, tan rutinariamente inapercibido hastaentonces. El parón completo excitará sus nervios; seguirá sin contenerse la fila de pasajeros que seapretujan por alcanzar la portezuela del vagón. Ya en el andén, sin perder la continencia grave,intentará escamotear el puesto al que se tercie delante suyo. Al llegar a la calle se parará un instantea buscar un coche de alquiler.
 
 Ignacio Agustí La ceniza fue árbol El viudo Rius
34Mariona murió en el Liceo, murió una noche de noviembre. Él la encontró, al fin. Abrió la puertadel palco y allí estaba. Descubrió primero, su guante. Era un guante granate, delicado, y, rendidasobre el hombro de un hombre, ella. Al arrancarla de allí la seda había crujido...Ya no recuerda a Mariona. Mariona fue un meteoro, una sombra fugaz en su vida. Durante suexistencia a su lado se sintió el corazón lleno de rencores, de odios, de amores y de pasiones. Todoquedó arrancado, todo quedó sepultado con ella, tendido en el suelo del palco, cubierto por la capade terciopelo azul. Ahora se sentía tranquilo. Ella le había dado lo que él le pidió: un hijo.Barcelona ha crecido, se ha ensanchado. La silueta de la fábrica se destaca, blanca, sobre elhorizonte gris. Es el último día del año y del siglo.
You're Reading a Free Preview
Pages 36 to 136 are not shown in this preview.
You're Reading a Free Preview
Pages 140 to 180 are not shown in this preview.
Buscar historial:
Buscando…
Resultados00 de00
00 resultados para resultado para
  • p.
  • Notes